Después de una serie de juicios sin defensa, Jesucristo fue sentenciado a la muerte por crucifixión. Los soldados romanos se burlaron de Él, lo azotaron y lo clavaron en la cruz, pero en vez de condenarlos, Jesucristo suplicó a Su Padre: “perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Incluso en los momentos más oscuros que Él pasó, Jesús habló del amor y la redención. En Su último aliento, Jesús se dirigió a Su Padre: “Consumado es”, dijo (Juan 19:30). Un testimonio insólito provino de un centurión romano y de aquellos que estaban con él: “¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!” (Mateo 27:54). Llegar a saberlo hoy en día es tan asombroso como lo fue entonces.
En 2022, el presidente Russell M. Nelson de la Iglesia de Jesucristo de los últimos días ,sugirió que dejáramos de tener conflictos en nuestra vida personal y que perdonáramos y procurásemos el perdón para ayudarnos a mantener un ímpetu espiritual positivo:
Repito mi llamado a poner fin a los conflictos en su vida. Ejerzan la humildad, el valor y la fortaleza necesarios tanto para perdonar como para pedir perdón […].
[L]os invito a procurar poner fin a un conflicto personal que los ha abrumado. ¿Podría haber un acto más apropiado de gratitud hacia Jesucristo por Su expiación? Si en este momento el perdón parece imposible, supliquen por el poder que se deriva de la sangre expiatoria de Jesucristo para que los ayude. Si lo hacen, les prometo paz personal y un súbito aumento de su ímpetu espiritual (“El poder del ímpetu espiritual”, Liahona, mayo de 2022).